Esta reforma buscaba como objetivo principal reducir las dramáticas perdidas de energí­a de una casa, que en un clima como el de Olba, sin ser el crudo invierno de la meseta, es bastante frío, y que impedía alcanzar las mínimas temperaturas de confort en los meses de invierno.

La vivienda consta de dos plantas. En planta baja, salón-cocina-comedor, diáfano con dos entradas por delante a calle y por atras a patio, y un pequeño baño. En planta primera, tres habitaciones y baño. Esta orientada la entrada principal al N-NO, y la forma de la planta es rectangular de unos 9 metros de ancho por 6 de fondo. La tipología corresponde a la típica casa de corte rústico construida a principios de los noventa, que combina los materiales propios de la zona, (madera, piedra) con las técnicas «actuales» (hormigón de cemento portland y hierro). Como sistema de calefacción se cuenta con chimena de obra, abierta, y radiadores eléctricos para salir del paso. En la foto se observa la fachada medianera, orientada al N-NE, ejecutada con una sola hoja de ladrillo del 12, y como recibe la fachada de la calle el último sol del atardecer,  en septiembre.

Las patologías energéticas más importantes, por orden de importancia serían:

  •  Chimenea abierta, que aporta muy poca energía, debido a su bajo rendimiento (20-25%), además de generar corrientes de aire muy fuertes.
  • En el mismo orden, la pared de la escalera de acceso a la planta primera, orientada al N-NE, es un simple tabicon del 12, enfoscado a ambas caras, con lo cual se convierte en un «antiradiador» o pared fría de 3 metros de ancho por 6 de altura.
  • Los aislamientos son insuficientes.  No existen en cubierta (forjado de hormigón armado y tabiques conejeros terminados con bardos). En las otras tres paredes, se dice que se colocó una lamina de poliuretano. Las ventanas de madera, solo tienen un cristal sencillo del 4. Los suelos son de gres sobre solera de hormigón.
  • Las puertas son de madera, mal aisladas en sus juntas y dan a un único espacio diáfano.

La intervención se optimiza a las necesidades reales: de momento la casa se utiliza como segunda residencia, por lo que las visitas son esporádicas. Por ello, se plantearon diferentes intervenciones:

  1. Sustituir los cristales sencillos por cristal doble con cámara.
  2. Aplicar un aislamiento exterior en la fachada N-NE compuesto por madera prensada de 8 cms de espesor, rematada con mortero de cal y pintura al silicato. En la foto se observa, previo a la terminación con pintura, el recrecido de la solución, de unos 10 cms en total. 
  3. Abrir un trampilla en la cámara de aire de la cubierta y disponer un aislamiento de lana de oveja de 10 cms de espesor entre tabiques conejeros. Se observa en las fotos como queda dispuesta la lamina entre conejeros incluso rellenando los huecos entre ladrillos.                              La trampilla, una vez terminada, queda integrada en la casa, como acceso al espacio bajo cubierta, para mantenimiento.
  4.  Levantado del suelo en planta baja y colocación de tarima de madera de castaño sobre 4 cms de aislante de fibra de cáñamo. 
  5. Instalación de una chimenea de leña de combustión cerrada de más del 75% de rendimiento. 
  6. Ejecución de un vestíbulo de entrada, con bloques de cristal para el paso de luz, y una segunda puerta para formar una doble entrada que impida las corrientes de aire.
  7. Mejora del cierre de las dos puertas de entrada a la casa montando una junta de caucho en el marco, para mejorar la estanqueidad.

Después del primer invierno, se ha alcanzado el objetivo de poder calentar la casa a un nivel de confort, aunque se recuerda, que al no existir un control automático (tipo caldera pellets, con programador, etc), la casa se encuentra fría al llegar, y cuesta mucho trabajo elevar la temperatura debido a la inercia térmica de los sistemas constructivos. Esto se solucionaría introduciendo sistemas de control y producción de calor (por ejemplo solar), pero los costes se disparan y no resulta viable para una casa cuyo uso es esporádico.